Creo que esta simpática frase de Les Luthiers resume cómo la Orquesta Clave de Glaux se adaptó, al igual que todos en la escuela, a los primeros momentos del regreso a la presencialidad. Porque sabemos lo importante que es la música compartida, “sonamos” gracias al esfuerzo de los músicos y el apoyo y la comprensión de las familias y la institución.
Comenzamos el 2021 con la alegría y el desafío de volver a encontrarnos en la escuela. Todos nos adaptamos a las nuevas pautas de convivencia. Y los músicos de la Orquesta Clave de Glaux lo hicieron, además, con las partituras y sus instrumentos a cuestas. Para nosotros, los profesores, fue una motivación extra ver cómo las ganas de nuestros estudiantes de seguir tocando vencían cualquier dificultad.
El año pasado superamos las barreras de la distancia y, a través de las pantallas, seguimos haciendo música. Pero éste año los desafíos fueron otros. Durante algunos meses, combinamos los encuentros virtuales y presenciales.
Las profesoras Jennifer y Agustina destacan que “durante la virtualidad, los chicos aprendieron a trabajar con pistas pregrabadas y a través de la computadora y una manera de continuar, ya en el aula, fue incorporar esas herramientas. Es sorprendente lo acostumbrados que están los chicos a usar la plataforma, saben muy bien cuándo apagar sus micrófonos para poder escuchar sin interferencias y encenderlos para hablar o tocar sus instrumentos”.
Inicialmente, elegimos realizar las prácticas dos veces a la semana en la escuela: juntos pero en grupos reducidos y con compañeros de diferentes instrumentos, según lo establecía la dinámica de las burbujas. Así, fuimos conformando nuevos mini-ensambles. Trabajar de este modo fue sumamente interesante.