Me verán volver…
El año pasado, al finalizar un ciclo lectivo particularmente difícil, nos preguntábamos a qué escuela volver. ¿Qué debía permanecer? ¿Qué era aquello a lo que no debíamos renunciar? ¿Debíamos recuperar la escuela del 2019? ¿Se podían conectar, sin más, el antes y el ahora?
Y este año volvimos. Volvimos con color, con alegría. Volvimos a lo instituido pero no como un retorno rígido a lo establecido, sino como un volver a un espacio a la espera de ser transformado.
Un clima de efervescencia acompañó esos primeros días: todas y todos con muchas ganas de estar acá, en nuestra escuela. La distancia que produjo la pandemia nos permitió sentir con más fuerza que, en este lugar, tanto grandes como adolescentes podemos ser nosotros mismos y desplegar lo propio en un espacio de libertad.
Volvimos con otro ritmo, con otro latir. Volvimos sin timbre y eso dice mucho sobre el ritmo y sobre las características de este regreso.
Volvimos también con las marcas que nos dejaron los tiempos de pandemia. Como ocurre en todas las escuelas, hoy reconocemos la importancia que adquieren los encuentros cara a cara, las mayores dificultades de atención, la necesidad del trabajo con las emociones, la tarea de volver a tejer los vínculos entre pares, las inquietudes que atraviesan a muchas familias.
Cuando hoy caminamos por la escuela sentimos que hay un acompañamiento especial, una mirada afectiva y amorosa, después de todo lo que nos tocó vivir. Esto es algo que nos parece particularmente relevante porque, como escuela, tenemos un compromiso con la enseñanza pero también con el acompañar a quienes están creciendo.
Volvimos cambiados, incorporando también los aprendizajes que la pandemia nos dejó. Volvimos con nuevas herramientas pensadas no solamente desde lo tecnológico, sino con un repertorio más amplio de estrategias de enseñanza y evaluación.
La especialista en educación Rebeca Anijovich, cuando se imaginaba la escuela post-pandemia, decía que debería ser “de puertas abiertas, donde chicos y chicas trabajen en grupo, con acceso a la conectividad y a las herramientas digitales, donde el aula se expanda a la plaza, al club, al museo; donde el equipo docente trabaje en forma colaborativa, con mirada multidisciplinaria” y creemos que esas ya son nuestras características. Pero no seríamos nosotros si nos quedáramos satisfechos con eso, si no continuáramos reflexionando y preguntándonos sobre nuestro propio hacer.
Tal como afirmábamos hace un año, en este regreso no podíamos volver al punto inicial porque el punto inicial se había diluido. Ahora llega el momento de preguntarnos por el nuevo rumbo: ¿hacia dónde ir? ¿de qué modo?
Compartimos con Mariana Maggio, especialista en educación y en tecnologías educativas, que se impone dar un salto hacia adelante; un salto que nos permita aferrarnos a todo lo aprendido en estos años, animándonos a seguir desestructurando el tiempo escolar tal como está concebido, buscando siempre expandir los límites del aula.
Para describir los actuales desafíos, Maggio utiliza la metáfora del portal: “Todos los que vimos ciencia ficción sabemos que los portales no quedan abiertos para siempre, el portal se está cerrando”. Sentimos que estamos en este umbral frente al que tenemos que animarnos a saltar.
Es tiempo de seguir apostando por aquellas prácticas que mejor nos permitan cumplir con la función de la escuela tal como la concebimos: el encuentro intergeneracional que posibilita la transmisión y la renovación del mundo común, el modo de heredar a los más jóvenes el mundo y la posibilidad de pensar en su transformación.
Y para cumplir esa función la escuela no puede pensarse más que como algo vivo, en movimiento, cambiante, que se construye en el hacer cuidadoso y colectivo.
¡En ese camino vamos! Listos para saltar…
La presencialidad también fuera de la escuela
La pospandemia trajo consigo muchísimas ganas de recuperar tiempos y espacios perdidos en toda la comunidad, así como mayores posibilidades para transitar proyectos que enriquecen la experiencia escolar. En este contexto, proyectamos excursiones, visitas especiales a la escuela, una pernoctada para 1º Grado, un campamento para 2º y 3º y un viaje de estudios para 4º, 5º y 6º. Estar en la escuela es también –sin duda– salir de ella para conocer, para descubrir, para vivenciar determinadas situaciones de primera mano. Todo ello para regresar, después, a las aulas y seguir trabajando con toda la información obtenida.
Este año volvimos al ruedo. Pensar en una excursión que acompañe y aporte a los contenidos curriculares, organizar la salida: confeccionar las autorizaciones, solicitar el micro, calcular valores, pensar cuidadosamente qué adultos y adultas irán y cómo aprovechar al máximo la visita. Luego, el paseo propiamente dicho: expectativas, guías, aprendizajes, fotos. Estas experiencias son muy ricas porque permiten estar allí con todos los sentidos: ver, tocar, escuchar, preguntar, caminar…
Algunas de las salidas didácticas que realizamos este año fueron: al Museo de Ciencias “Prohibido no tocar”, al Circuito Belgraniano, al barrio de La Boca y al Museo Quinquela Martín, a las obras teatrales “Maria Elena” y “El espejo africano”, al Museo de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”, al barrio que rodea la escuela, al Museo “Ana Frank”, al Parque de la Memoria y a la actividad “Pequeños Chef”, desde el Área de Inglés.
Además de las excursiones, este año también pudimos realizar algunos eventos multitudinarios en la escuela, tales como la obra de teatro “Malvinas en tu corazón” y la visita de la Orquesta de nuestra profesora Karina. Además, recibimos una charla del Ministerio de Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires sobre temas de ciudadanía digital; nos visitó la escritora de literatura infantil María Inés Falconi; y, finalmente, cerramos el año con un espectáculo infantil llamado “Mundo arlequín”, al que asistieron las y los futuros estudiantes de la escuela.
Y como si todo esto fuese poco, quisimos ir por más: organizamos una secuencia escalonada para que cada uno de los grupos pueda, poco a poco, ir adentrándose en experiencias de convivencia escolar en la naturaleza con fines educativos, recreativos y vinculares.
Consideramos que las y los más pequeños debían empezar de a poquito este camino hacia la autonomía y el disfrute grupal lejos de casa, por eso organizamos una pernoctada en la escuela para 1º Grado junto a sus docentes y directivos. Luego, planificamos un campamento en Pilar de una sola noche para 2º y 3º en el que trabajaron algunas cuestiones de la vida en la naturaleza y de lo campamentil (juntar leña, armar una carpa, realizar tareas comunitarias). Las y los chicos de Segundo Ciclo realizaron un viaje de estudios a la provincia de Entre Ríos en el que visitaron el Palacio San José, el Palmar y un parque de aventuras. Nuestra intención es que, gradualmente, los grupos de este ciclo puedan conocer distintos lugares de nuestro país mientras aprenden. Séptimo Grado, por su parte, realizó su tan ansiado viaje de egresados a la provincia de Mendoza.
De este modo, cerramos un año colmado de aprendizaje vivencial, grupal y significativo con el deseo de continuar transitando la escuela de esta manera.
Y todo fue volviendo a su lugar…
Comenzamos el ciclo lectivo 2022 con mucha alegría: extrañábamos las Salas y cada rincón de la escuela. Se trataba de un inicio de clases muy significativo porque volvíamos a la presencialidad plena, a las reuniones cara a cara, a las clases abiertas, a los actos, a los festejos, a las salidas didácticas y a los espectáculos.
El 21 de febrero el patio se llenó de sonrisas, música y baile. Todos los integrantes de la comunidad —estudiantes, familias y docentes— cantamos y bailamos la “Chacarera de la bienvenida”, emocionados por el reencuentro.
Fue el puntapié inicial. Luego llegaron los actos patrios, el himno, la bandera de ceremonias, las abanderadas y abanderados y los escoltas. El 17 de agosto el Jardín se transformó en el campamento “El Plumerillo”: carpas, caballos, un fogón y disfraces listos para recibir a la Sala de 2 junto a sus familias y así recrear y vivenciar el Cruce de los Andes y homenajear al General José de San Martín.
Las salidas didácticas, planificadas con tanto entusiasmo en el marco de los proyectos trabajados y pensadas como una instancia más de aprendizaje y de diversión, también se hicieron realidad. Visitamos la Biblioteca Cultural Roffo, el Centro Lúdico y Andares. La Sala de 3 tuvo su primera salida del Día en la Naturaleza en el Club Comunicaciones como actividad de pre-campamento. En ella, se promovió, sobre todo, el cuidado del medio ambiente.
En el Glaux, las familias son una parte muy importante de las fiestas y actividades escolares. Por este motivo, convocamos a abuelas y abuelos a participar del Proyecto Eco títeres y a disfrutar junto a sus nietas y nietos de una mañana en el Jardín. Así llegó el “Día de las infancias”, con una obra de títeres hermosa y divertida, organizada por un grupo de mamás y papás. ¡No faltó ni un solo detalle!
También nos visitó una artista plástica con la que compartimos un taller y festejamos el Día de los Jardines de Infantes junto al grupo Bicicleta Teatro con el show “Cocina Conmigo”: una obra interactiva en la que las chicas y los chicos aprendieron, a través de música y juegos, a armar un plato nutricional y profundizaron en la importancia de incorporar hábitos saludables a su vida diaria.
Dos mil veintidós fue un año en el que pudimos volver a funcionar como una escuela de puertas abiertas. Las Salas, el patio y cada rincón del Jardín volvieron a recibir a las familias, que se integraron activamente en el aprendizaje de las chicas y los chicos. El club, la biblioteca del barrio, los centros culturales y los espacios especializados en juego, en tanto, aparecieron como territorios didácticos que nuestros estudiantes pudieron explorar con muchísimo entusiasmo. Un año en el que volvimos a abrir las puertas para aprender, enseñar, jugar y divertirnos.