Treinta Anuarios, treinta promociones. Tantas historias de vida poblando los espacios y momentos del ámbito escolar. Y allí, en los comienzos (apenas transcurridos cinco años de la fundación del Glaux), un alumno* plasmó con su talento y creatividad la tapa del primer Anuario. Pasaron los años y hoy son también ex alumnos los que tienen a su cargo la coordinación y edición de esta publicación. Con este círculo virtuoso se concreta una de las metas que animaron la creación del Glaux: una escuela hecha para y por sus alumnos. Y aunque pueda resultar paradójico, esa visión, lejos de relegar la acción de los docentes, la acrecienta. Promover la autonomía, el autoconocimiento, la capacidad de libre elección… pone en juego de manera especial la responsabilidad docente (y de toda la institución) que debe proporcionar herramientas, recursos para que esas condiciones no queden en un discurso vacío o engañoso y se conviertan en verdaderas adquisiciones y logros.
No es algo menor haber logrado treinta años de continuidad de una publicación que hasta ha sido premiada por su diseño y contenido, en medio de circunstancias no siempre propicias para su concreción. Como siempre, nuestro agradecimiento a todos los que han participado para que esto sea posible.
Recorrer las páginas de los Anuarios y las versiones virtuales que —pandemia mediante— se impusieron en los últimos tiempos, permite tomar dimensión del enriquecedor camino recorrido, de tanto hecho, de tantos que construyeron y construyen, paso a paso, la institución que llegó ya a sus 33 años. Pero sobre todo de cómo una escuela, esta escuela, el Glaux, es un lugar fértil, inspirador para lograr que cada uno de los que la transitan sueñe y concrete su propio proyecto vital.
* Se trata de Lisandro Aguilera, quien ahora es artista plástico. Para conocer más acerca de su recorrido, puede accederse a la entrevista que forma parte del ciclo Mundos Glaux, llevado adelante por la Fundación y la Red de ex alumnos.